Intentar poner tecnología a bordo de un animal. Desde la implementación de los simples anillos de metal utilizados para identificar las palomas mensajeras ha pasado mucho tiempo, y hoy la tecnología nos ofrece alternativas propias de la ciencia ficción. La miniaturización, baja de precio y reducción del consumo eléctrico de los equipos electrónicos más modernos están permitiendo que sea viable su colocación de forma permanente en un animal.
Desde hace bastante tiempo se emplean sistemas microprocesados para determinar, por ejemplo, si una vaca está o no en celo. Este no es un dato menor, ya que dicha situación se da cada unos 22 o 23 días, y sólo dura unas horas. Ese es el momento apropiado para que sea inseminada y pueda producir leche durante los meses siguientes. Las pérdidas económicas ocasionadas por el no aprovechamiento de ese momento especial hacen que se justifique el costo del equipo necesario.
Al menos desde el 2001 se han dotado a vacas con sistemas GPS. Hasta ahora, su implementación permitía obtener importantes datos estadísticos sobre el comportamiento diario de estos animales. La lectura de la información obtenida por los receptores satelitales y su posterior análisis hacen posible una mejor distribución de las zonas de pastura, aguadas, calcular el tamaño óptimo de los rebaños, etc. El sistema mencionado es prácticamente el mismo que se utiliza a bordo de un automóvil.
Pero el Servicio de Investigación Agrícola (ARS, por Agricultural Research Service), gracias a los trabajos del científico Dean M. Anderson ha ido un paso más allá. Básicamente, Anderson ha incluido en el sistema de rastreo una especie de parlante o auricular que, basándose en la información recogida por el GPS y las órdenes impartidas en forma inalámbrica, le “susurran” órdenes a la vaca para que tome uno u otro camino.
La misma tecnología WiFi que hace posible el uso de Internet en muchos dispositivos móviles es la encargada de distribuir las ordenes por el rebaño. Y un pequeño panel que recoge la luz solar y la transforma en energía se encarga de alimentar el sistema.
El proyecto, cuando sea completamente funcional y esté debidamente probado, permitirá manejar los rodeos de forma automática. Ya no hará falta utilizar un humano para que recorra los campos arriando los animales hacia los corrales. Simplemente, de acuerdo a las instrucciones emitidas desde una central y a la posición actual de cada vaca, el sistema se encargará de guiarlas a su destino.
Anderson y sus colegas son consientes de que puede parecer una tecnología futurista, pero están seguros que será un sistema asequible y útil para una importante gama de aplicaciones. Es que de ser lo suficientemente pequeños y precisos, podrían utilizarse para vigilar y controlar los movimientos de algunas especies silvestres, e incluso a los animales domésticos.
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