viernes, 18 de abril de 2008
Chiste del día
Una alimentación saludable
- Establecer un horario regular para las comidas
- Servir una variedad de alimentos y meriendas saludables
- Darle un buen ejemplo teniendo usted una dieta nutritiva
- Evitar las batallas sobre los alimentos
- Involucrar a los niños en el proceso
Comer en familia es una costumbre agradable para los padres y sus hijos. A los niños les agrada la predictabilidad de las comidas en familia y los padres tienen la oportunidad de ponerse al día con sus hijos. Los niños que participan en comidas en familia con regularidad también:
es más probable que coman frutas, vegetales y cereales
es menos probable que coman meriendas poco saludables
es menos probable que fumen, usen marihuana, o beban alcohol
Las comidas en familia también ofrecen la oportunidad de introducir al niño nuevos alimentos y ver cuáles le gustan y cuáles no le gustan. Es posible que los adolescentes no se entusiasmen con el prospecto de comer en familia - esto no es sorprendente porque están tratando de establecer su independencia. Sin embargo, estudios han mostrado que los adolescentes desean los consejos y la opinión de sus padres; por lo cual la hora de la comida en familia debe usarse como una oportunidad para reconectarse con el adolescente. También puede tratar estas estrategias:
Permita que el adolescente invite a un amigo a la cena.
Involucre al adolescente en la planificación y preparación de los alimentos.
Haga que la hora de la comida sea un momento donde reine la calma y la congenialidad - sin discusiones o reprimendas.
¿Qué se considera una comida en familia? Cualquier momento en que la familia se reúna para comer - ya sean alimentos traídos de un restaurante o una cena completa preparada en la casa. Establezca horas de comida de manera que pueda servir alimentos nutritivos y cuando todos puedan estar presentes. Tal vez tengan que comer un poco más tarde porque uno de los niños está en la práctica de deporte. Es posible que en los fines de semana tengan que fijar una hora especial cuando todos puedan reunirse en familia, por ejemplo, preparar una combinación de desayuno y almuerzo los domingos.
Abastecerse de alimentos saludables
Los niños, especialmente los más pequeños, comen cualquier cosa que haya en la casa. Por eso es importante controlar las provisiones - los alimentos que sirve en las comidas y los que tiene a mano para meriendas. Siga las siguientes sugerencias:
Incluya frutas y vegetales en la rutina diaria, tratando de servir un mínimo de cinco porciones diarias.
Facilite las opciones para que el niño escoja meriendas saludables, mantienendo a mano frutas y vegetales listos para comer. Otros tentempiés saludables son el yogúr, los tallos de apio con mantequilla de maní, o las galletas de cereal integral con queso.
Sirva carnes desgrasadas y otras buenas fuentes de proteína, como los huevos y las nueces.
Compre pan integral y cereales, para que el niño ingiera más fibra.
Limite el consumo de la grasa, evitando comer comidas fritas y cocinando los alimentos en el horno, asándolos en la parrilla o cocinados al vapor.
Limite las comidas en restaurantes rápidos y las meriendas poco nutritivas como son las papiltas y los caramelos. No los elimine por completo pero ofrézcalos "de vez en cuando" para que el niño no se sienta privado de ellos.
Limite las bebidas dulces como las sodas y las bebidas con sabor a fruta. Sirva agua y leche en su lugar.
Cuando toman leche, los niños aumentan el consumo de calcio, que es sumamente importante para tener huesos saludables. Eso significa 800 miligramos al día para los niños entre seis y ocho años de edad, y 1,300 miligramos al día después de los nueve años. Para llegar a la meta de 1,300 calorías, el niño puede ingerir:
una taza (237 mililitros) de leche (300 miligramos de calcio)
1 taza (237 mililitros) de jugo de naranja fortificado con calcio (300 miligramos de calcio)
2 onzas (57 gramos) de queso (300 miligramos de calcio)
1 taza (237 mililitros) de yogúr (315 miligramos de calcio)
1/2 taza (118 mililitros) de frijoles blancos cocinados (120 miligramos de calcio)
La mejor manera de estimular al niño a comer saludablemente es dándole ejemplo. Los niños imitan a los adultos que ven diariamente. Al comer frutas y vegetales y consumir menos alimentos poco nutritivos, usted estará enviándole el mensaje correcto.
Otra manera de dar un buen ejemplo es limitando el tamaño de las porciones y evitando comer demasiado. Hable sobre el estar satisfecho, especialmente a los niños pequeños. Diga algo como: "esto está delicioso, pero estoy satisfecho y no voy a comer más". Al mismo tiempo, los padres que siempre están a dieta o quejándose de sus cuerpos pueden inculcar sentimientos negativos en los niños. Trate de mantener una actitud positiva en lo que se refiere a la comida.
Es fácil hacer de la comida una fuente de conflicto. Los padres bien intencionados pueden encontrarse en una situación donde hacen pactos con los niños o les hacen promesas para que coman alimentos saludables. Una mejor estrategia es permitir que los niños tengan cierto control; pero también limitar los tipos de alimentos que tienen en la casa.
Los niños deben decidir si están hambrientos, lo que desean comer entre los alimentos que se les sirve, y cuándo se sienten satisfechos. Los padres controlan los alimentos disponibles a los niños, tanto a la hora de la comida como entre las comidas. A continuación unas pautas a seguir:
No forzar el niño a comer toda la comida en el plato. Eso les enseña a seguir comiendo aunque se sientan satisfechos.
No sobornar o recompensar a los niños con comida. Evite usar el postre como recompensa por haber comido la comida.
No usar la comida como demostración de amor. Demuestre su amor abrazando al niño, dedicándole un tiempo, o elogiándolo.
A la mayoría de los niños les agrada participar en la selección de los alimentos que se sirven en las comidas. Converse con ellos sobre las diferentes opciones y el planeamiento de una comida balanceada. Algunos niños desean ayudar en las compras y en la preparación de los alimentos. En el mercado, ayude al niño a leer las etiquetas para que comience a entender los valores nutritivos.
En la cocina, asígnele tareas apropiadas para su edad para evitar que se lesione o se sienta abrumado. Al final de la cena, no se olvide de alabar al cocinero.
Los almuerzos escolares pueden servir de aprendizaje para los niños. Es más, si puede lograr que el niño comience a pensar en lo que va a almorzar, es probable que pueda ayudarlo a hacer cambios positivos. Un buen punto de partida es el mercado, donde pueden comprar alimentos saludables envasados.
Otra buena razón para involucrar a los niños es prepararlos para hacer buenas decisiones en lo que respecta a los alimentos que comen. Eso no quiere decir que repentinamente su niño preferirá una ensalada a las papitas, pero los hábitos alimenticios que usted le ayuda a formar en el presente pueden encaminarlo hacia decisiones más saludables por el resto de su vida.
Cita Bíblica de hoy
jueves, 17 de abril de 2008
Pintura para un aire limpio
Hasta ahora pintar interiores traía como invariable efecto un par de días de aire poco respirable y a veces hasta tóxico.
Pero el profesor Horst Kisch, del Instituto de Química Orgánica de la Universidad de Erlangen ha creado una pintura que, según afirma, limpia el ambiente, y esto incluso en espacios abiertos como calles.
La pintura está provista de un pigmento llamado dióxido de titanio, que desde hace tiempo es usado en pasta de dientes y pinturas. Ese pigmento está normalmente manipulado para que no produzca reacciones químicas significativas.
Sin manipular, el pigmento absorbe energía de las radiaciones ultravioleta que vuelve su superficie activa y al contacto con el aire produce enlaces de oxígeno que liberan reacciones fragmentando las moléculas dañinas en partículas inocuas.
El logro del profesor Kisch y su grupo de investigadores fue conseguir cambiar la estructura de este pigmento para que reaccione con la baja cantidad de rayos ultravioleta (3%) que posee la luz solar.
Tres años trabajó el equipo para conseguir que ese dióxido de titanio reaccione con difusa luz solar y aún con luz artificial.
El profesor Horst Kisch, de la Universidad de Erlangen, lideró el equipo de investigación.
Los resultados han causado sorpresa: la pintura que resultó consigue eliminar del aire sustancias como monóxido de carbono, formaldehído, dicloroetileno y benzol.
En una prueba realizada en una oficina, la aplicación de pintura a las paredes logró disminuir en pocos días la concentración de sustancias tóxicas en un 80 por ciento.
El pigmento fotocatalítico también logra dispersar permanentemente olores fuertes dentro de recintos cerrados, como los de cocina, cigarrillos y de diluyentes en general, sin afectar los alimentos.
La pintura ya está disponible en el mercado bajo el nombre de StoClimasan, aunque no es del todo barata: una lata de 15 litros cuesta en Alemania alrededor de U$ 200 dólares y rinde para unos 100 metros cuadrados.
Una vez que se consigan reducir los costos, la pintura podría ser utilizada en paredes que dan hacia las calles para bajar fuertemente el nivel de monóxido de carbono.
La pintura cuenta ya con el aval del gobierno alemán que le concedió un premio por su carácter innovador.
miércoles, 16 de abril de 2008
Chiste del día
Preadolescentes: Autoridad y Libertad
La autoridad se conquista mereciéndola
El poder se recibe, la autoridad hay que ganarla en buena lid: se conquista mereciéndola.
Mandar es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y lo que exige un auténtico arte es conseguir que los hijos obedezcan en un clima de libertad. En edades tempranas era más fácil, pero con el tiempo las cosas se van haciendo difíciles, hay una mayor contestación, el chico se rebela con más fuerza ante lo que no entiende. Esto llega con la adolescencia, o antes; a veces, con motivo de la adolescencia de un hermano mayor; y, en cualquier caso, antes que en otras generaciones. Si los padres hasta entonces han abusado de la imposición, el fracaso educativo se puede casi asegurar. El chico tiene ahora diez o doce años. Ya no es una criatura que obedece "porque sí". Dentro de poco será un hombrecito biológica y psicológicamente independiente.
Prepáralo para que pueda elegir libremente lo mejor.
No tengas miedo a la libertad. Enséñale a pensar y a decidir. Educar en la libertad es difícil, pero es lo más necesario. Porque hay padres que, por afanes de libertad, no educan; y otros que, por afanes educativos, no respetan la libertad. Y ambos extremos son igualmente equivocados.
Hay que mandar lo que razonablemente se pueda exigir y en esto debemos ser realistas, pues las personas necesitan de cierto entrenamiento, necesitan aprender, y eso requiere tiempo.
Piensa también que no debe hacerse promesa que no se piense cumplir, ni amenaza que no se quiera luego ejecutar.
Al tener el chico, como ya hemos dicho, un profundo y vivísimo sentido de la justicia, sufre mucho cuando piensa que sus padres actúan injustamente. Por ejemplo, si dan señales de preferencia entre hermanos, o toman partido por éste o por aquél. El chico juzga conforme a lo que ve, y a veces le faltan datos.
Por eso no basta con ser justo, también es preciso parecerlo.
"Nadie engaña impunemente a un niño", dice Courtois. Los padres que emplean la mentira se desautorizan.
La mentira, además de inmoral, es mala aliada e indica pobreza de recursos
Si actuamos con rectitud, no será preciso mentir. Todo tendrá su explicación natural. No sería nada formativo, por ejemplo, aunque sea en cosas de poca importancia que vieran a su padre decir que no está cuando recibe una llamada telefónica inoportuna. O que no advierte al dependiente que le ha devuelto dinero de más. O que comenta cómo ha engañado con una tontería al hermano pequeño que no quería tomarse el biberón. O muchas otras actuaciones semejantes.
No es bueno manifestar incredulidad: la educación debe basarse en la confianza.
No prestéis demasiado oído a la acusación. Desechad las sospechas injustas. La confianza ayuda a que le duela sinceramente haberos defraudado. Cread un ambiente de libertad en el que se sienta a sus anchas sin estar rodeado de controles, y el buen ejemplo rendirá sus frutos. La libertad no está reñida con la autoridad y la disciplina, sin las cuales será muy difícil que cada cual pueda, sin herir a otro, gozar de libertad de movimientos o de expresión. Mala cosa sería que el chico se acostumbrara a oír repetir a sus padres una determinada orden varias veces. Así, cada día tardará más en obedecer, y en muchas ocasiones ni siquiera llegará a hacerlo. No es nada educativo, por ejemplo, llamarle cinco veces para que se levante, la última con suficiente tiempo todavía para llegar holgadamente al colegio. Si el chico no es obediente, es mejor que le llames a la hora en que vas a exigirle que se levante. De lo contrario, desgastas tu autoridad, y cada día tendrás que ejercerla de forma más dura para lograr los mismos resultados. Y cada día será más difícil recuperar el terreno perdido. A veces esas crisis de autoridad en la familia provienen de que se desautorizan mutuamente unos a otros ante el chico. Se echa la culpa al otro cónyuge, o a las condescendencias de la abuela, o al ausente, pero no se busca el acuerdo de todos para poner remedio.
La falta de acuerdo entre los esposos al educar a los hijos es la causa de muchos fracasos
Es preciso ponerse de acuerdo para convenir una solución sobre el modo de actuar en cuestiones concretas. Hará falta, como siempre que intervienen dos o más personas en una decisión, que cada uno ceda en algo de su idea inicial para lograr un acuerdo sin imposiciones.
Para ello, primeramente hay que suponer en el chico las cualidades que se quieren ver en él.
Cuando se le acusa continuamente de tener un determinado defecto, acabará por pensar que es algo tan arraigado en él que es inútil luchar por corregirlo. En vez de agobiarle diciendo que es un perezoso y un inconstante, dile que estás seguro de que conseguirá sacar esas buenas calificaciones porque va a estudiar mucho. En vez de decirle que nunca ha tenido voluntad y que jamás termina lo que empieza, dile que ésa es una buena ocasión para que demuestre que en realidad sí puede. Y en vez de insistir en que es una criatura sin corazón, o un egoísta, apuesta por sus buenos sentimientos, y no te defraudará. Conviene apoyarse en ese sentimiento natural que tiene de agradar y de ser útil, de sentirse valorado. El chico da mucha importancia a lo que opinan de él y es muy sensible a los estímulos. Hay que saber apoyarse en esos sentimientos propios de la edad para ayudarles a superarse en su mejora personal.
Se trata, por decirlo de alguna manera, de poner a su amor propio del lado del bien.
Otro principio sabio es creer firmemente en las buenas intenciones de los chicos, siguiendo aquel elemental principio jurídico:
El bien debe ser supuesto, el mal debe ser probado.
Tenemos los humanos una lamentable tendencia a pensar mal, a prejuzgar negativamente. Una extraña manía que reduce a cenizas las mejores esperanzas de los chicos. El viejo aforismo de piensa mal y acertarás que cierta tradición ha acuñado, lo corrobora tristemente. A veces nos fijamos más en lo negativo que en lo positivo de las personas, y tenemos propensión a agrandar el mal con la medida de nuestra propia mezquindad, trivializando las razones de las cosas y buscando dobles intenciones donde no las hay.
Es mala política etiquetar al niño: si ha sido sorprendido en una mentira, no es por eso un mentiroso y si ha cogido dinero del bolso una vez a mamá no es por eso un ladrón. Sería aplicar aquella otra sentencia de "por un perro que maté, me llaman mataperros". Caricaturizo las típicas quejas de las personas absorbidas por esa tendencia al prejuicio negativo: - Siempre me hace lo mismo cuando llega a casa. - Siempre igual. - No hay manera de que haga nada bien. - Siempre tiene una historia con la que excusarse. - Ya verás como en cuanto aparezca nos dirá aquello y no querrá hacer ese recado. - Jamás tiene un detalle, y ya verás como dice que no. - Es un comodón y no creo que lo consiga, como siempre. - No toca un libro. - Nunca presta nada de lo suyo; es mejor que no se lo pidas. - Nos estropeará el verano, porque suspenderá, como siempre; y luego se pasará las vacaciones haciendo el vago...Estas afirmaciones tajantes y malpensadas con que algunos se adelantan a prejuzgar siempre negativamente, acaban con la esperanza de cualquiera. Es una hostilidad impertinente que llena de conflictos la familia y enfría el calor del hogar. O sea, que se trata de pensarlo bien antes de decir algo negativo. Sí, pero no suele bastar con pensar mal y no decirlo.
Cuando se tiende a pensar mal de los demás, esos pensamientos críticos van gestando una actitud negativa, y ésta acaba fraguando en comentarios y conductas también negativas por eso es mejor juzgar positivamente también de pensamiento. Se trata de evitar esa actitud que refleja aquel conocido chiste del automovilista que sufre un pinchazo en plena noche en una carretera desierta y se da cuenta de que no lleva gato para cambiar la rueda. Ve a lo lejos la luz de una casa de campo. "Me acercaré y les pediré un gato", se dice. Se dirige hacia la casa y va pensando por el camino: "Mira que si tienen gato pero no me lo quieren dejar...". Y continúa debatiéndose en ese pensamiento todo el trecho que le separa de aquella casa, hasta el punto de obsesionarse. "Mira que como no me lo dejen, no sé que les digo...". Llega a la casa y llama al timbre, ya claramente enfadado. Una señora le abre la puerta y el caminante le dice sin más preámbulos: "¡Sabe lo que le digo, que si tienen gato, que no lo quiero, que se lo coman!"
Si no somos educados al corregir, no estamos educando.
Recuerdo el caso de un muchacho al que el miedo aterrador a sus padres llevó a una fabulosa sucesión de mentiras, tejiendo un verdadero castillo de naipes que acabó finalmente por caer, con un elevado coste familiar. El caso es que los motivos que el muchacho daba para haber hecho todo eso eran quizás injustificados, pero comprensibles. El mal genio de sus padres, los castigos irreflexivos y desproporcionados, y los repetidos disgustos familiares que cualquier tontería provocaban, acabaron por retraerle con un miedo que para él, a esa edad resultaba insuperable. La versión de los padres era sobrecogedora y sin margen alguno para reconocer su propio error. Toda su existencia había sido un continuo querer llevar la razón y dejarse arrastrar por el mal genio y la amenaza, y en absoluto querían esforzarse por comprender a su hijo. No estaban acostumbrados a atenerse a razones y tuvo que encargarse el paso del tiempo bastante tiempo de hacérselo ver. La vida les hizo sacar experiencia de lo conveniente que es facilitar la sinceridad si se quiere sinceridad, y de no escandalizarse tontamente por lo que ellos mismos habían propiciado. La precipitación al castigar produce injusticias que a los chicos les parecen tremendas. Es mejor tomarse el tiempo necesario para oír las dos campanas o más, si es el caso, conocer la fiabilidad de cada versión, cerciorarse de la culpabilidad de cada uno, y entonces, ya serenos y con elementos de juicio, decidir lo más oportuno. Y hay otro elemental principio jurídico, que ya recogía el Derecho Romano y bien puede aplicable al entorno familiar:
No se puede juzgar a nadie sin haberle antes esuchado
A pesar de lo evidente que resulta y de lo antiguo de su origen, se olvida con frecuencia.
Aun a costa de arriesgarse a dejar impunes algunas faltas, los chicos han de saber que una falta declarada es una falta casi perdonada.
Hay que apoyar con los hechos eso de facilitar la sinceridad, y saber ser a un tiempo exigente e indulgente. Esos padres que después de exigir sinceridad se enfadan o se asustan ante ella, obtienen como premio una merecida desconfianza por parte de sus hijos. Los padres deben enseñar al chico a: - Que diga siempre la verdad, aunque le cueste. Debe saber que siempre será perdonado y, además, que cuando es sincero será raro que le castiguen. - Que cuente con confianza a sus padres las preocupaciones que tenga. Al hacerlo, debe encontrar en ellos afecto e interés, aunque les parezcan cosas sin importancia. - Que sepa que no se miente, ni con la excusa que será falsa de conseguir algo bueno. Tampoco en los juegos: que no sea tramposo. - Que comprenda que la sinceridad en la familia, en el colegio o entre los amigos contribuye a crear un ambiente de alegría y libertad.La reprensión exige estar a solas, aunque eso suponga esperar. Es difícil que el chico reconozca su mala actitud o sus errores si lleva aparejada una confesión casi pública. Actuar así es facilitar que añada nuevas mentiras, y un enfado casi seguro. La reprimenda pública suele ir acompañada de humillación, y él tiene un fuerte sentido del ridículo. Luego hablará del broncazo que me echaron delante de mi hermana, o ese día que estaban los tíos en casa..., y es algo que le costará sin duda digerir. A esta edad son muy finos observadores y advierten cuándo en sus padres hay celos, envidia, soberbia, afán de imponerse o de figurar, y entonces la posibilidad de influir positivamente sobre ellos baja enormemente. Tendremos tanta más autoridad e influencia beneficiosas sobre los chicos dice Courtois "cuanto menos busquemos la visible satisfacción de nuestro amor propio".
Para que la palabra de los padres tenga prestigio y obtenga el efecto deseado es necesario esforzarse por arrinconar el propio orgullo.
La falta de interés también les entristece mucho. "Mis padres no me entienden. Fíjese, ayer, llegué todo contento a casa porque me había salido muy bien el examen, y no me hicieron ni caso; seguramente tendrían cosas más importantes de las que preocuparse que de mí". El sentido crítico y la característica sagacidad infantil para definir con cuatro rasgos los defectos de cualquiera, hacen en estos casos un efecto arrollador en la descripción de esas situaciones. "Y el otro día, que quise hacer algo bien y me puse a poner la mesa, se me cayó un vaso y se rompió. Y fue porque me había empujado mi hermano. Y llegó mi padre en ese momento y, sin preguntar más, me dio un tortazo. Encima. Eso me pasa por querer ayudar. Y mi hermano, que no hace nada, ¿qué...? Se ve que lo mejor en casa es pasar inadvertido y desaparecer cuanto antes, y no hacer nada, ni bueno ni malo." "Y si quiero comprarme algo, siempre es un capricho, y en cambio para otras cosas... que si el coche nuevo, que si la moda de primavera... Y además siempre, en cuanto se enfadan, sacan la lista de todas las cosas que he hecho mal toda la vida... como si ellos no se hubieran equivocado nunca. Estoy harto de oírla. Creo que nunca me han dicho nada bueno". No hace falta seguir describiendo el proceso de justificación del chico que, aunque subjetivo y a veces poco coincidente con otras versiones, denuncia una innegable falta de sensibilidad de sus padres hacia sus gestos positivos.
Descubre a tu hijo haciendo algo bien y elógialo.
Cita Bíblica de hoy
martes, 15 de abril de 2008
Picaduras de insectos
La picadura de avispones, avispas y abejas provocan entre 15 y 20 muertes cada años sólo en España, esto se debe a la reacción alérgica al veneno inoculado por dichos insectos, pero tenemos que señalar que estos casos no se dan sólo en España, el continente más afectado es el Americano debido a la gran cantidad de insectos que éste posee. Algunos de nosotros ha padecido alguna vez la picadura de avispa o de abeja, para muchos esta es una situación bastante común que se da con gran frecuencia en gran medida durante los meses estivales. Lo que no es tan habitual, es que esta picadura de avispa, avispon o abeja produzca una reacción alérgica a las proteínas del veneno que inocula el insecto, y que se den casos extremos que provoquen hasta la muerte de un ser humano. Esta clase de alergia, es casi desconocida entre las poblaciones mundiales e incluso, como afirman los expertos y profesionales en medicina, se cobra en España la vida de entre 15 y 20 personas de las 800.000 alérgicas al veneno de los himenópteros.
Según un estudio realizado por la Sociedad Española de alergología e Inmunología Clínica, más conocido como (SEAIC), estos números siguen creciendo, y dichos incrementos a la alergia de la picadura de avispa fueron expandiéndose al sur de Europa, en lugares en donde antes los índices oscilaban entre las 2 y 8 muertes al año. Aunque el único modo que existe de prevención es evitar la picadura de avispa, para poder minimizar la reacción que provoca en las personas alérgicas a su veneno, se utiliza un tratamiento inmunológico controlado por los alergólogos. Si somos concientes de nuestra condición alérgica y fuimos picados por alguno de estos insectos tenemos que avisar de inmediato a un médico o llamar a una ambulancia que garantice nuestro traslado inmediato hacia el hospital más cercano, de lo contrario, nuestra vida estaría en grave peligro.
Un ameno y agradable día en nuestra piscina, o una jornada campestre pueden desaparecer por culpa de una picadura de avispa o abeja, esta situaciones suelen producirse más en verano que es cuando los insectos multiplican su actividad y acuden atraídos por el olor y los colores fuertes, así como la presencia del agua en nuestras piscinas. Aunque en la mayor parte de las personas la manifestación de la picadura es una reacción local que se considera ordinaria o normal, cuyos síntomas son: dolor en el área afectada, enrojecimiento, picor e inflamación, hay quienes presentan reacciones que requieren atención urgente debido a que sus síntomas se alteran: mareos, urticaria, broncoespasmo, hipotensión, debilidad e incluso puede existir la pérdida de conciencia.
Las abejas se encuentran más evolucionadas, su aguijón presenta unos dientes que impiden su salida una vez clavado; la picadura avispa y abeja se producen cuando los individuos realizan actividades al aire libre, deporte, jardinería, o cuando trabajan en el campo. Pero tanto las avispas como las abejas usan su picadura como sistema de defensa. Los alérgicos a las abejas suelen ser trabajadores relacionados con el ámbito de la apicultura, ya que las picaduras sensibilizan para posteriores picaduras debido a que el veneno es un potente sensibilizante. Los síntomas más comunes de la picadura de avispa o abeja son: dolor, hinchazón de pocos milímetros; estos signos son el resultado de un fenómeno tóxico no inmunológico que provoca una reacción local que cede a pocas horas de haber recibido dicha picadura. Los síntomas son más extensos si se producen en zonas de tejido subcutáneo laxo, como los párpados o el escroto.